domingo, 29 de marzo de 2009

El “Ritalin verde”

Por qué es importante llevar a los niños a la naturaleza

Por Eliván Martínez Mercado / para El Nuevo Día.

Un niño de 10 años no sabía que a pasos de su casa había un bosque. Se sorprendió al recorrer las veredas en medio de la vegetación, al asomarse por la boca de una cueva y a ver algo tan común en la naturaleza como un nido de comején, en el Parque Julio Enrique Monagas, en Bayamón.

Había vivido, hasta ese momento, de espaldas a la naturaleza, hasta que la educadora ambiental Nilda Carrero, de la organización ecologista Sierra Club, lo llevó a conocer ese espacio natural. “Él estaba súper emocionadísimo”, cuenta Carrero. “Un día me encontré a otro nene que vino y me dijo que ese era el día más feliz de su vida”.

Muchos de los niños que llegan a su excursión cumplen con un mismo perfil. Saben identificar los muñequitos japoneses Pokémon pero no tienen idea de cuáles son los pájaros que cantan en su vecindario. Han escuchado hablar sobre el calentamiento global pero nunca han jugado en un bosque. Es una generación que suele vivir encerrada entre el carro y el apartamento, adonde llegan para entretenerse con videojuegos o el televisor, de modo que tienen poco o ningún contacto con el medio ambiente.

El Déficit de Naturaleza

Estoy muy de acuerdo con el artículo. Toda mi vida me ha gustado estar en contacto con la naturaleza y lo disfruto. Son muy pocos los niños que veo en los parques del área oeste disfrutando de este regalo de la naturaleza. Estar en contacto con la naturaleza es el remedio para muchas enfermedades físicas, emocionales y del alma. Carmen de Mayagüez

El escritor estadounidense Richard Louv ha llamado a este fenómeno el ‘Nature-Deficit Disorder’, o el Desorden del Déficit de la Naturaleza. No es un diagnóstico médico. Se trata de un término que describe un fenómeno social y cultural con un alto costo para los niños. Crecen con un uso limitado de los sentidos, tienen dificultades para aprender o mantener la atención, padecen obesidad y tienen poca o ninguna conciencia ecológica, según describe Louv en su libro ‘Last Child in the Woods’. Para ello entrevistó a más de 3,000 niños alrededor de Estados Unidos, así como a muchos de sus padres y a educadores.

Ha documentado una tendencia de la que se hablaba pero nadie había estudiado en profundidad. Se sabe que entre 1997 y 2003 los niños estadounidenses disminuyeron en un 50% actividades como caminar al aire libre, pescar, ir a la playa o practicar jardinería, según la socióloga Sandra Hofferth, profesora en la Universidad de Carolina del Norte, quien estudia la manera en que los niños estadounidenses usan su tiempo.

Se trata de un asunto importante para propiciar la salud física y emocional de los niños. La literatura psicológica sostiene que el contacto con la naturaleza mejora los niveles de concentración en quienes padecen déficit de atención, aumenta los niveles de aprendizaje, mientras ayuda a calmar la hiperactividad y las inclinaciones de violencia, según la doctora Dolores Miranda, directora del Departamento de Psicología en la Universidad de Puerto Rico. “Esto sugiere que las casas y las escuelas deben reforestarse, que los niños no deben estar encerrados en bloques de cemento, que se regrese a los árboles”, dijo.

Antídoto para hiperactividad

“Los árboles eran mi Ritalin”, relata Louv al hablar de cómo el contacto con la naturaleza le aliviaba las tensiones, en alusión a la medicina que se receta a niños con déficit de atención.

El boricua Mario González (nombre ficticio), un contador público de 54 años, se percató de las cualidades curativas de la naturaleza cuando llevó a su hija adolescente al Bosque San Patricio, en Guaynabo. Hasta ese momento era una niña con un diagnóstico de déficit de atención, a quien “no le estimulaba nada, se quedaba espaciada con la boca abierta y la mamá lloraba porque no sabía qué hacer”. Desde el primer día en el bosque quedó hechizada por los cantos de los pájaros, y ahora juegan a identificar especies de aves cuando van al aire libre. “Ahora se ha aumentado su conocimiento y su sensibilidad”, añade González.

La actividad física al aire libre, como las caminatas, ayuda a bajar la presión arterial, el colesterol y los niveles de azúcar, mientras aumenta el contenido muscular y ayudan a quemar grasa.

Muchos de los padres que conoce Nilda Carrero están ajenos a esos beneficios. “No los dejan ser independientes en la naturaleza, le tienen miedo. Cuando están en el camino, a la hora de poner un pie de una roca a otra le dicen ‘no lo hagas, tú no puedes, eso es peligroso, pon el pie aquí o acá’. Hay una necesidad de llevar a los niños a la naturaleza para que aprendan a desarrollarse por sí solos. Es un asunto de emergencia”. Añade: “Las plantas y los árboles se ven como una amenaza. Ves a gente que corta el árbol de los patios porque les molesta tener que recoger las hojas”.

Para Louv, la educadora, la psicóloga y el contador, parte de la solución es que los padres lleven a los hijos al aire libre.

“Me gusta ir de camping para ver animales y encontrarme lagartijos. Me siento muy feliz porque la naturaleza me ayuda a aprender más”, dice Isabella Santiago, de 8 años. Su madre, Carolina Hernández, suele llevarla a acampar en Culebra o a algún otro espacio natural al menos una vez al mes. “Las madres me preguntan cómo te atreves, que si me baño en duchas al aire libre, soy motivo de burlas”, cuenta Hernández. “Para muchas familias hablar de vacaciones es irse a Disney o a una piscina”.

Su otra hija, Daniela, cuenta que cada vez que regresa de un fin de semana de acampar aumenta su popularidad entre los colegas de la escuela privada en San Juan. “Ellos me dicen ‘wow, que cool, lo que haces todo el tiempo’. Algunos están locos por hacer lo que hacemos nosotras. Pero los papás no los llevan porque siempre tienen que trabajar”.

domingo, 22 de marzo de 2009

Conciencia ambiental al ritmo loiceño

Loíza, Puerto Rico, 20 de marzo de 2009 - “Este problema (la basura) hay que atacarlo” comentó el joven loiceño Jesús Ceballos, al participar en la limpieza de la desembocadura del Río Grande de Loíza coordinada por el Proyecto Nuestra Escuela en Loíza.


En momentos en que noticias negativas sobre la juventud loiceña abundan en los medios de comunicación del país, un grupo de jóvenes junto a sus familiares y personal de Nuestra Escuela decidieron llevar a la acción el amor por su pueblo y los recursos naturales que posee mediante la realización de una limpieza en los alrededores de la desembocadura del Río Grande de Loíza.


Esta iniciativa de los estudiantes junto a su maestra de ciencias Jessica Velázquez Figueroa surgió como parte integradora de su currículo de Ciencias Ambientales en el cual la teoría se lleva a la práctica en los alrededores del centro educativo que colinda con dicho cuerpo de agua.

Para que exista la conciencia ambiental en la juventud es necesario que provoquemos en ellos enfrentamientos cara a cara con el deterioro de nuestros recursos naturales, y llevarlos a cuestionarse y sensibilizarse con este tema”, expresó Velazquez Figueroa sobre como promover en los jóvenes mayor interés en la conservación de los recursos naturales.

“Fue sorprendente la reacción de muchos de los jóvenes, una estudiante me comentó que desconocía la cantidad de basura que existía en el área y otro su interés en hacer la limpieza con más frecuencia”, añadió la maestra.

Esta actividad contó con la participación del señor William Rivera Fontán, Director del Proyecto CASA de la Secretaría Auxiliar de Servicios de Ayuda al Estudiante del Departamento de Educación, del cual Nuestra Escuela forma parte. Igualmente, del Agente Rosado de la Policía de Puerto Rico. El recogido de los desperdicios sólidos recolectados estuvo a cargo del Departamento de Transportación y Obras Publicas del Municipio de Loíza en coordinación con los organizadores del evento.



jueves, 12 de marzo de 2009

En el Bosque de Piñones

Durante el recorrido en el Bosque Estatal de Piñones en Loíza, el viernes, 27 de febrero de 2009, la señora Dorín Parés, oficial de manejo del DRNA, nos ofreció una orientación sobre la importancia de la flora y fauna y las características tan distintivas del lugar.

Hizo mención de los cuatro tipos de mangle: rojo, negro, blanco y botón. También sobre lo que son los neumatóforos, los jueyes azules y demás organismos.

Además, nos habló de la importancia que tiene la conservación de este hábitat y como la comunidad es pieza clave para que esto suceda, ya que, estos son los primeros en beneficiarse por que son los que mayormente utilizan el recurso para su gastronomía comercial en dicho pueblo.


Un día de trabajo de campo

Estudiantes de la clase de ciencia ambiental realizan un trabajo de campo donde estudian la población de ciertos organismos en el área del humedal detrás de la desembocadura del Río Grande de Loíza.


La misma fue de gran agrado e interés para los/as estudiantes que anteriormente no habían realizado una actividad similar. La actividad tuvo el propósito de reforzar y aplicar los conceptos que fueron discutidos en clase. Además, demostrar que lo que diariamente se aprende en la escuela tiene un propósito práctico y que haciendo se aprende mejor.


Sobre todo, el objetivo central es buscar estrategias que vayan acorde con los intereses de los estudiantes. Esta actividad fue realizada el lunes, 9 de marzo de 2009.


Un estudiante muestra un pez que cogió con sus manos en la orilla; mientras otros realizan observaciones en su área de estudio.

Haciendo anotaciones del transepto en su hoja de campo.